“QUADRAGESSIMO ANNO”: Pio XI, Mayo 15 de 1931, Sobre la restauración del orden social y su perfeccionamiento de conformidad con la ley evangelizadora. La ocasión de la encíclica fue, como es sabido, el 40 aniversario de la Rerum novarum. En la magna recepción celebrada el día 15 de mayo de 1931 en el patio de San Dámaso, el Papa anunció al mundo la inmediata aparición de esta encíclica, que, en efecto, fue publicada el día 23. Cuando se publicó la encíclica Quadragesimo anno se había producido un notable cambio en las circunstancias sociales y económicas respecto a las que regían cuando se publicó la encíclica Rerum novarum. Tres eran los principales datos de ese cambio: a) El mal padecido por la sociedad en 1891 era la lucha de clases, entendida como "pugnatio classium" y no como mera "disceptatio classium", esto es, entendida como lucha vital, agonal, no como mera contienda de intereses. En 1931, la lucha de clases no ha desaparecido aún -como desaparecerá de hecho a fin de la guerra 1939-45-; pero el mal ya no radica en ella, sino que se centra en la progresiva desintegración de la sociedad, mal mucho más vasto que el que representaba aquella lucha. b) El régimen económico de 1891 estaba presidido por un capitalismo liberal de pequeñas unidades económicas, respecto al cual era pensable que pudiera funcionar con arreglo al "modelo". El régimen económico de 1931 era el capitalismo de los grandes monopolios, que representaban ya una forma de socialización -por supuesto, no estatificación-, al menos en el terreno social. c) El socialismo de 1891 era una cosa, y el de 1931 otra distinta. Aquél era, sin distinción y substancialmente, materialista y antirreligioso; si existía alguna otra forma de socialismo, apenas si tenía peso sensible ni era conocida como tal. En 1931, como advierte el propio Pontífice, si bien la esencia del socialismo sigue siendo materialista y arreligiosa, hay muchos que se llaman socialistas sólo por precisar un conjunto de medidas económicas contra las que nada tiene que oponer la Iglesia; o, si son discutibles, no son materialistas ni exigen una actitud arreligiosa en medida distinta que el capitalismo. Esta diferenciación de circunstancias preside del desarrollo de la encíclica. La primera diferencia apuntada es aludida expresamente en el cambio de tema abordado por la encíclica; éste es la cuestión social, en tanto que en la encíclica Rerum novarum el objeto era la cuestión obrera. La tercera diferenciación también es recogida expresamente en los párrafos que el Pontífice dedica a la evolución del socialismo. La segunda, no aludida de modo explícito, constituye, sin embargo, la trama misma de la encíclica. A estas diferencias, producidas en las circunstancias exteriores, se une un cambio en el horizonte contemplado: la Rerum novarum contempla las relaciones patrono-obrero en el interior de cada empresa; la Quadragesimo anno considera ya la complejidad de la vida económica nacional, que condiciona, más o menos severamente, las libres decisiones de aquéllos; por eso, en lo que respecta a las posibles soluciones, la encíclica Quadragesimo anno ofrece una visión orgánica del orden económico-social, que falta en la Rerum Novarum, dedicada más bien a apuntar correcciones concretas de instituciones singulares. Algún autor autorizado -el P. Nell Breuning- enlaza el programa positivo de la encíclica con la doctrina del solidarismo cristiano del P. Pesch, elaborado de uno de los esquemas científicos más cumplidos dentro del catolicismo social. Es una prolongación y profundización de los temas abordados en la “Rerum Novarum”. Aparecen algunas novedades, como por ejemplo, una crítica fundamentada al Capitalismo, la Propiedad Privada, el Salario Justo y un cuestionamiento a las diversas formas de socialismo que comienzan a aparecer. Se observa en ella una mayor elaboración de la doctrina social, gracias a que se afianza la sociedad industrial y aparecen con mayor claridad sus beneficios y sus desventajas, particularmente, para los proletarios.